Por FERNANDO INFANTE*
El AUTOR es escritor. Reside en Santo Domingo
Cubierta del volumen CXL de las publicaciones del Archivo General de la Nación. |
En el texto presentado se encuentra la profundidad de
análisis, así como la claridad interpretativa del erudito pensamiento y obra de
Don Max Henríquez Ureña.
La personalidad de Odalís Pérez ha estado vinculada a
plenitud con el quehacer educativo
como compromiso social, y el aporte cultural que hace en una continua producción literaria, le ha permitido ofrecer como ventana abierta
a la ilustración las distintas disciplinas intelectuales en que se ha formado.
Eso le ha dado a este sólido intelectual una
identificación como un enjundioso investigador en el ámbito de las
humanidades y las artes.
Este hombre de Universidad en el mejor sentido, que es el
Odalís Pérez, al igual que otros compañeros suyos de generación biológica y
cultural, ha asumido la enseñanza en sus
distintos niveles con encomiable dedicación para llevar a cabo los esfuerzos de
su intelecto, y vocación por la
divulgación del conocimiento en un amplio abanico de actividades enriquecedoras
del pensamiento.
En ese sentido, estos difusores culturales modernos han
establecido cierta identidad con aquellas inteligencias del pasado, entre quienes figura de manera sobresaliente
don Max Henríquez Ureña, cuyo
erudito saber ahora nos trata el autor
del ensayo crítico cuya
presentación nos ha confiado para
nuestro enaltecimiento.
Para Odalís Pérez, los Henríquez Ureña, no han sido ajenos a
su quehacer educativo y divulgación
cultural; la progenitora de esos ilustres hermanos, la poetisa y educadora
Salomé, así como su hija Camila, ya anteriormente habían sido objeto de su
atención por medio de breves ensayos publicados en periódicos.
Y recientemente, apenas el año pasado, este tenaz
investigador hizo público un amplio análisis historiográfico de la obra del
gran don Pedro Henríquez Ureña, “su guía
y maestro”, como llamara Max a su ilustre hermano.
Ahora, con este
trabajo exegético de los escritos
de Maximiliano Adolfo, a los
que ha tenido acceso en el país y al cual ha dado por título “Las rutas de
una vida intelectual", Odalís Pérez amplia el cuidado que ha venido dando a la inestimable labor
didáctica y cultural de la estirpe que constituye la familia Henríquez Ureña.
Don Max, fue uno de nuestros
notables hombres de pensamiento del siglo pasado a quien pocas áreas del
quehacer intelectual les fueron ajenas.
Conferencista, escritor, historiador, periodista, crítico
literario; maestro y colaboró con las principales revistas culturales de
algunos países de America.
Poeta y cuentista en sus inicios en el mundo de la
literatura, y más tarde catedrático universitario en California, Puerto Rico y
Santo Domingo y en cada una de sus
múltiples expresiones del saber humanístico dejó la huella de la galanura de su
estilo y sapiencia abrumadora.
Dicho con las
breves palabras de su panegirista al
referirse a este ilustre hombre de letras en su muerte, “Fue un gran trabajador
y su erudición y acuciosidad resalta en la factura magnífica de sus obras que
forman el pedestal de su fama”
De el rico legado intelectual de don Max, una gran mayoría
se encuentra en Cuba, donde, como es bien sabido completó su formación
educativa, e inicialmente, al graduarse allí
de abogado en l9l3, se dedicó al magisterio y al periodismo, a la par
con una intensa actividad en el campo de las letras que lo llevó a la fundación de revistas culturales en Santiago de Cuba,
donde a la vez fue profesor de la Escuela Libre de
Derecho y Director de la
Escuela Normal de Oriente, además de figurar como miembro de la Academia de Artes y
Letras de La Habana
y estuvo entre los fundadores de la
Sociedad de Conferencias en esta capital, por lo que desde muy temprano llegó a sobresalir como
”un fecundo animador de la cultura”.
Por ese prolífico internacionalismo cultural de don Max es que Odalís advierte al lector, cuando en la base de trabajo para la elaboración del
texto que ahora presentamos dice: “Como
las múltiples y diferentes escritos de Max Henríquez Ureña se encuentran
dispersos en lugares de difícil acceso y aun hoy (2011) no disponemos de un
cuerpo completo de obra escogidas, editadas con un aparato crítico confiable,
nuestra investigación es solo un humilde aporte al conocimiento interno y
sincrónico de su obra”.
Y mas adelante refuerza
la advertencia anterior al señalar que:
“la recepción de Max Henríquez Ureña ha presentado problemas de reconocimiento,
estudio e interpretación en su país, debido a la dificultad para adquirir sus
textos publicados en Cuba, Méjico y otros países de Latinoamérica a comienzos
del siglo XX. Gran parte de sus escritos se encuentran en los archivos de la Academia de Ciencias de la República de Cuba…”
razón por la cual los mas importantes estudios que tratan sobre Henríquez Ureña
se deben a investigadores de aquel país que adoptó a los hermanos Henríquez
Ureña, como su segunda Patria.”.
En las palabras del autor se advierte cierta desazón cuanto
se refiere al monumental estudio ”Obras y Apuntes” financiado por el
Estado dominicano y confiado a un equipo de profesionales cubanos para el análisis
historiográfico de los papeles de ese prolífico hombre de letras que fue don
Max, sin que en dicha contratación se incluyera alguna representación del talento especializado criollo.
“Las rutas de una vida intelectual”, es señalada, pues, por
su autor como “el primer esfuerzo exegético acerca de la obra de Max Henríquez
Ureña desde la visión de un
dominicano valiéndose de la recolección
de los trabajos de narrativa, crítica, historia, política, periodismo y
diplomática que pudo encontrar disponibles
en el país y en cuya exégesis e interpretación el autor nos aclara que, “a
todo lo largo de esta obra se destaca la dominicanidad de Max Henríquez Ureña
como identidad de un intelectual cuya recepción en el país ha sido muchas veces
resistente, reservada y aun tomada con recelos…”
Aun lo expuesto por el autor en cuanto a las limitaciones
para acceder a la bibliografía de don Max,
que no le han permitido concluir
con la extensa empresa de investigación
acometida, en el texto presentado se encuentra la profundidad de análisis, así
como la claridad interpretativa del erudito pensamiento y obra de Don Max
Henríquez Ureña.
En cada una de las
facetas que contiene este texto, a pesar de esa “ausencia de un corpus completo
de su obra”, de lo cual se duele el autor, el lector siente que el texto lo
acerca a la riqueza y diversidad cultural del eminente hombre de letras del
pasado, remozado por el pensamiento fresco y enjundioso de uno de nuestros
consagrados investigadores del presente.
Al concluir estas palabras que han envuelto a dos hombres de
pensamiento, culto, ambos
representantes de diferentes momentos
nacionales en el quehacer educativo y
difusión de la cultura,
consideramos que es de nobleza resaltar la importancia en cuanto a la
preservación y difusión de documentos históricos nacionales que ha readquirido
este Archivo General de la
Nación, bajo cuyo patrocinio se publica el ensayo de Odalís Pérez
identificado como el volumen CXL.
La presencia en la
dirección del AGN de otro hombre de
ilustración y reconocimiento general por su compromiso con el quehacer
intelectual, la enseñanza y el estudio como lo es el doctor Cassá, le han
impreso un nuevo y moderno sello de funcionabilidad a esta venerable
Institución para bien de todos a quienes
nos atrae el conocimiento de la historia
nacional como instrumento para conocer a nuestras personalidades del pasado y
sus hechos.
av/am
Fernando Infante, autor. |